lunes, 23 de marzo de 2009

Triste miss 15

Si hay una anécdota que se lleva el premio por ridícula y patética en mi vida, sin duda alguna es mi fiesta de 15.
Para empezar, yo NO QUERÍA ningún tipo de festejo. Mi única pretensión era una guitarra eléctrica (y me regalaron una electroacústica), pero mi madre insistió en organizar al menos una reunión chiquita para familiares y amigos más íntimos.
Como toda madre loca, soñaba con ver a su hijita mayor entrando a su fiesta envuelta en una maraña de tules y volados blancos, de fondo sonando "I Don't Wanna Miss a Thing" de Aerosmith o el tema de La Bella y la Bestia, bailando el vals un montón de parientes emocionados, y encabezando "el trencito" en el carnaval carioca con un sombrero colorinche y maracas en ambas manos. Sabiendo que la sola idea de ponerme un vestido blanco me descomponía, me propuso alquilar el bar de un compañero de trabajo y hacer todo informal. Yo accedí, como una pobre ilusa, bajo la condición de que sonara únicamente la música que a mi se me antojara.
No sólo resultó que el bar era un antro espantoso (los platenses seguro lo conocen: BOBI'S) sino que el inútil e improvisado DJ pretendía pasar cumbia toda la noche, haciendo caso omiso a la lista que le preparé. Durante TODA la noche sonaron los tres discos que me llevaron de regalo: uno de The Strokes, uno de The Vines y el mejor, un compilado de punk rock de los 90's. Para la décima vez que se escuchaba Flemita yo ya tenía un ataque de nervios.
Como si fuera poco, mi madre había prohibído rotundamente el alcohol, y mis compañeros del colegio repetidores (de entre 17 y 20 años) se estaban empezando a aburrir notablemente, mientras que otros directamente se fueron a un boliche.
Para el brindis yo ya estaba considerando encerrarme en el baño a gritar, y para cuando más de la mitad de los invitados se habían ido y el DJ volvió a pasar cumbia, dejé de considerarlo y lo hice.
No pude disfrutarlo mucho, porque en minutos me encontraron unas amigas, que me buscaban para avisarme que mi mamá estaba muy enojada porque no le gustaba mi cara de culo y porque no le estaba dando souvenirs a la gente que se estaba yendo.

Terminé la noche sentada en la puerta mientras un compañero se escondía atrás mío para tomar droga por la nariz. Fue cualquiera. No entendí nada.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Onda laconchadetumadre

Me subo a un taxi. Doy las indicaciónes pertinentes. Empieza el viaje.


Señor del taxi
- Che, te hago una pregunta.
Yo - Sí...
-Porque te veo así con los aritos esos y esa ropa...
-Ahá...
-Y viste que ahora con eso de los flogger y eso, yo no se, viste...
-...
-¿Vos qué onda serías?
-...
-Yo digo por esa ropa viste, capaz que sos flogger o algo de esos... los que usan el pelo así todo en la cara.
-No, no, ninguna onda.


Me subo a otro taxi el mismo día. Doy las indicaciones pertinentes. Empieza el viaje.

Señor del taxi - Uh, mirá, me venís bárbara en este momento.
Yo - ...
-¿Te cuento? ¿no te molesta?
-Bueno...
-Mirá, es que yo tengo tres hijos, viste, y también una sobrina que es flogger, pero estoy peleado con la mamá y no me deja hablarle. Así que yo no entiendo nada de los flogger, esos que se visten de negro, viste.
-Ahá...
-Y nada, loca, yo ando metido acá todo el día y no entiendo nada, no leo revistas, no veo la tele, nada, así que no entiendo todo eso de los flogger, los emo...
-...
-Y justo te veo a vos así vestida, así que aprovecho y te pregunto ¿vos qué onda sos?
-No, no, no.
-¿Cómo?
-Ninguna onda.
-No te ofendás, que yo te pregunto porque no se. Yo antes no sabía lo que era un puto, una puta, un travesti, ¿y qué mejor que preguntarle al puto? así que si se sube un puto le pregunto, y justo te subiste vos así que te pregunto a vos. ¿Qué onda sos?
-Ninguna.







Si alguien me vuelve a hacer esa pregunta, no sé qué puede llegar a pasar. Pero todo mal.

viernes, 13 de marzo de 2009

Viernes 13

En este momento no tengo ninguna anécdota ridícula sobre mi falta de vida. Hoy vengo a recomendarles un plan perfecto para esta noche.
Resulta que tocan Nerdkids, Lache y Waiting for Happiness en el Marquee (Scalabrini Ortiz 666, Capital Federal) a las 21 Hs. Y nos deleitarán con un especial de Terror que incluirá proyección de cortos gore de Farsa Producciones y Paura Flics, entre otras cosas.

Si eso no los convenció, esta invitación lo hará:


martes, 10 de marzo de 2009

¿Papelonera, yo?

Me fui a dar la vacuna contra la Hepatitis B a una farmacia. Mientras estaba sentada en la camilla esperando:

Sujeto de la inyección: No te dará miedo, ¿no? es un pinchacito nomás...

(Yo: cara de terror)

-¡No me digas que te da miedo! ¡Con todo eso que te hiciste! (señalándome los piercings y el tatuaje)

(Yo: cara de culo)


-Ese que tenés en la nariz seguro que te dolió mucho, porque ahí no tenés carne, es como re duro, es esa cosa...

-Cartílago (le digo, poniéndome pálida)

-¡Claro! ¡Eso, cartílago! Je je je.

(En ese momento no pude evitar recordar cómo me dolió, y como casi me desmayo cuando me lo hice)

-Bueno, relajate, es un segundito.

Y ahí nomás, el salvaje me pellizca el brazo y me clava la aguja. Entonces empecé a enloquecer. Por mi cabeza empezaron a pasar ideas como:
"¿Este tipo sabrá dar inyecciones o será un loquito?"
"¿Es normal que me duela tanto?"
"¿Y si me está inyectando aire?"
"Darse vacunas no es algo normal. No entra más nada en mi brazo, ¿cómo lo va a obligar a tragarse líquido? ¡NO ENTRA!"
"Que no me baje la presión, que no me baje la presión, que no me baje la presión"

Sujeto de la inyeccion: Bueno, listo. ¿Y? ¿Te dolió mucho?

-Creo que me bajó la presión... (pálida como la pared)

-Bueno, bueno, tranquila, quedate sentada. No hay apuro.

Yo, que me quería ir corriendo lo antes posible, me levanté y fui a buscar a mi madre que me estaba esperando afuera. Pero antes de llegar se me aflojaron las piernas y me tuve que agarrar de un mostrador.

-Uuuh, sentate, sentate (acercando una silla)

Me senté dos segundos y otra vez me quise ir corriendo. Si no hubiese estado tan pálida por la baja presión, hubiese estado roja de vergüenza.
Estaba llegando a mi mamá cuando otra vez se me aflojaron las piernas, pero también se me durmieron las manos y me quedé casi ciega.
Mamá me agarró del brazo y una mujer gritaba "¡señora, siéntela en el piso! ¡señora!"
Prácticamente me tiré al piso, y al instante había como cinco clientes chusmas en ronda mirándome, un farmacéutico tomándome la presión, una empleada acercándome una cucharita con azucar a la cara, un tipo ofreciéndome chicles y mi mamá, que no sabía qué hacer, gritándome "¡dame la cartera Guadalupe, yo te la tengo! ¡dámela, dale!".

Y yo que pensaba:
"Me quiero ir, me quiero ir, me quiero ir"
"Que se vaya esta gente, por favor, que se vaya, que no me toquen"
"Tengo miedo de pararme, desmayarme y romperme un diente o la nariz"