miércoles, 19 de noviembre de 2008

La vieja

Soy una señora mayor de 19 años y no hay nada que pueda hacer al respecto. Es así, no puedo forzar un espíritu juvenil y enérgico, no me sale. Algunas personas me lo vienen diciendo hace un par de años, y hoy debo reconocer que es verdad.
Hoy fui a plaza Moreno, donde hubo recitales y amontonamiento de gente con motivo del cumpleaños de La Plata.
Lo que para la mayoría de los jóvenes es un evento entretenido en el que disfrutan de bandas o de encontrarse con un montón de conocidos que fueron a hacer lo mismo, para mí es una cosa espantosa.
A mí me significa:
-Bancarme a la ridícula de Valeria Gastaldi chillando o a Emanuel Horvilleur aullando.
-Sentarme en el pasto pinchudo toda encorvada hasta que me duela la espalda.
-Cruzarme con conocidos detestables y, hacerme la simpática, saludarlos e inventar un cruce de palabras incomodísimo, o planear una estrategia para que no me vean o crean que no los vi.
-Tolerar que me vengan a vender pan casero un mínimo de cinco veces.
-Recorrer toda la plaza buscando un lugar con sombra, libre de niños, intentos de futbolistas, grupos numerosos o policías. Resumiendo: seres humanos. Preferiblemente alejado del escenario, para no tener que hablar a los gritos por la música a volumen "fiesta de cumpleaños de La Plata".
-Dejarme palpar y mostrarle el contenido de mi mochila a un policía que me dice: "¿Traés botellas? ¿Cerveza, fernet con Coca Cola?" y al ver que solamente llevo cuadernos: "Ah, no, vos venís a aburrirte".
-Tratar de explicar vía mensajes de texto las coordenadas exactas de mi ubicación en la plaza a alguien que quiera encontrarme, o al revés, entender las que me indiquen a mí, que suelen ser de lo más específicas: "estamos en la plaza, cerca de un árbol".
-Esquivar un mínimo de diez pelotazos dirigidos hacia mi cabeza (por supuesto, no consigo un lugar con sombra y espacio libre alejado de intentos de futbolistas).


Eso, en rasgos generales. Específicamente, el de hoy, fue un aniversario el doble de horrible, ya que:
-Tenía una indesición térmica en el cuerpo que, combinada con el clima enloquecido, me hacía abrigarme y desabrigarme a cada rato.
-Una borrega, de manera alevosamente intencional, me pisó la mochila.
-Un vendedor de panes no quería entender que yo quería un pan relleno, y no una trenza con crema pastelera.
-Vacunaban gratis contra la rubéola y el tétanos. Me di las dos, y ahora me duele el brazo derecho al pedo, porque ya me las había dado antes y no me acordaba.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Extraterrestre

No se si es otra locura mía, pero siento cada vez más posible y cercana una invasión extraterrestre.
No se desde cuando. Puede ser desde el día que vi a la luna ENORME moviéndose inquietantemente rápido (según mi apreciación). O desde que vi Señales después de comerme un brownie. O por leer el Eternauta.
La cuestión es que siento que si alguno de estos días nos ataca una tropa de marcianos, no me voy a sorprender.
El otro día hubo una terrible baja de tensión en mi barrio, y estaba convencidísima de que habían llegado.
Tal vez a alguien le pase lo mismo que a mí. A los que les pase, háganmelo saber, así no me siento tan sola.
Y a los que no, cuando ellos lleguen no me digan que no les avisé.