Cuando estaba en sexto grado me fui de viaje a Villa Carlos Paz con mis compañeros de la escuela a modo de viaje de egresados prematuro, porque al año siguiente nos íbamos a cambiar todos de colegio y aparentemente nos queríamos mucho y necesitábamos compartir esa experiencia antes de separarnos.
La verdad que no podría haberla pasado peor.
En primer lugar, como yo era introvertida, orejona, pecosa y me gustaba Harry Potter, sufrí -y no por primera vez con esa gente- la forrada de ser excluida. En ese caso, del grupo de chicas con las que había planeado originalmente compartir la habitación. Las muy forras me reemplazaron por Marianela Cacciamani (una petisa mala onda con voz de pito, insoportable).
Así que no me quedó otra que dormir con las demás rechazadas. Dos de ellas eran amigas, tan perdedoras como yo, y la otra era una ex popular venida a menos por el odio, los celos y la envidia de las chicas más top. Se ve que ésta les ganaba en cool por sus souvenirs de Disney y su cuerpo más adolescente que el de las demás púberes, así que se cansaron y la desterraron.
Seguramente mi bronca por estar en esa habitación no se comparaba con la de esa pobre chica, que no tenía a quien refregarle sus tres valijas de ropa carísima, porque a nosotras nos importaba un pito.
A pesar de ése hecho desafortunado, y otras situaciones ridículas como que en un boliche me la pasé varias horas encerrada en el baño porque no me gustaba nada la guerra de espuma (me tuvo que ir a rescatar una mamá cuando ya se estaban subiendo al micro y no me encontraban), o que la ex popular desterrada a la habitación de las perdedoras me acusó de chorra porque le faltaba una media, hubo una secuencia tan genial que hasta el día de hoy sigue siendo mi recuerdo más grato de ese viaje pedorro.
Yo disfrutaba mucho de volver loca a Ana, una de mis amigas y compañeras de ese cuarto desafortunado. Desde asustarla con la máscara del asesino de Scream hasta llenar la pileta del baño con sus pulóveres.
Uno de los días más aburridos de toda esa semana, Ana se estaba bañando y con Agustina, mi otra compañera, le hicimos una broma. Mientras cantaba una canción de Ricky Martin en la ducha, nosotras le desordenamos todo el bolso, y después de dejar a la vista una notita, nos escondimos abajo de las camas.
La nota decía: "Querida Ana: tomamos prestada tu ropa para ir a comprar carne. Esperanos. Te queremos. Guada y Agus".
Cuando Ana salió del baño, lo primero que hizo fue agarrar la nota. Lo graciosísimo fue que dijo "¿¿¡CAAAARNE!??" en voz alta y desnuda en la pieza.
Después apareció otra chica en el cuarto, Ana le dio la nota y la chica también dijo "¿¿¡CAAAARNE!??".
Ahí me empecé a reír tanto que me descubrieron abajo de la cama. No recuerdo si Ana se puso a llorar o algo así.
Y bueno, ese es el mejor recuerdo que tengo de la primaria.
viernes, 19 de diciembre de 2008
martes, 9 de diciembre de 2008
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