lunes, 27 de abril de 2009

Familia

Estos fueron algunos diálogos de mi familia durante y minutos después de que asaltaran en el restaurante en el que estábamos festejando el cumpleaños de mi abuela:

Tío (con tono de total e increíble naturalidad)- Uy, che. Están afanando, en serio eh.

Prima (ni bien se fueron los cacos, alteradísima)- Bueno, me chupa un huevo. Este es un buen momento para que todos se enteren que fumo. ¡SÍ, FUMO! ¿Y? (prendiéndose un pucho con pulso tembleque)

Alguien- Yo primero puse un billete de $100 arriba de la mesa. Pero después me arrepentí, me lo guardé y puse uno de $20.

Tía- Yo pateé la cartera abajo de la mesa y salí corriendo, me fui al carajo.

Primito de 4 años- ¡A este restaurante no vuelvo más!

Abuela- Bueno, mi amor, ya pasó. Tranquilizate. ¿Por qué no te tomás una copita de vino? así, de un trago.
Yo (temblando de pies a cabeza, recuperándome de un ataque de pánico)- No, no. Quiero fumar.
Abuela- Sí, sí. Fumá. Fumá de a dos, de a tres, así te calmás.

Marido de mi abuela- ¡Pseh! A mi no me robaron nada. Ni se acercaron a esta mesa, le vieron la cara a ésta (señalando a mi abuela) y se fueron corriendo.

Otro alguien- Dice el dueño del lugar si no quieren llamar una ambulancia para Guadalupe que está muy nerviosa.
Tío- ¡JAJAJAJAAJJAAJAJ! ¡Sí! ¡Dale, dale! ¡Qué divertido!