miércoles, 24 de septiembre de 2008

Cumpleaños

Hace exactamente cuatro años, me estaba bajando de un auto con dos ex amigas en la puerta de un conocido antro platense con un vestido blanco con corazones.
Ni bien salíamos del vehículo, una de mis acompañantes se desplomaba de borracha en el cordón de la vereda, se mojaba con agua sucia y su hermano corría a rescatarla de la patética escena para dejarme a mí y a mi otra acompañante entrar riéndonos al antro.
Una vez dentro, yo saludaba amigas y conocidas y bailaba como una borrachita quinceañera estúpida.
Un rato después, un sujeto de camisa bordó brillante y pelo aplastado para atrás ponía en práctica una barata pero efectiva táctica de chamuyo y yo lo dejaba que me de un beso.
Después de decirme cochinadas elegantemente y de dejarlo memorizar un teléfono, yo me iba muy contenta.

Me enamoré del monstruo más lindo del mundo, me di cuenta cuando me hizo cosquillas en el pasto; y me vuelvo a dar cuenta cuando no me importa ser una boba cursi y grasosa hablando de aniversarios en un blog.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Transformer

Un día fue el cumpleaños de mi novio, pero no le hice un regalo porque no tenía plata.

Más adelante, mi mamá me dijo que me iba a ayudar a comprarle alguna cosita. Me aconsejó regalarle algo de ropa, pero yo se muy bien que a él no le hubiese gustado jamás.

Estuve pensando varios días qué regalo lindo podía hacer con la no escasa, pero sí limitada cantidad de dinero que me dio mi madre, hasta que me acordé: hacía poquito que se había puesto como loco por un transformer increíble que había visto en la vidriera de una juguetería.

Le gustan mucho los transformers, y a mi me hubiese encantado regalarle ése. El problema era que salía exactamente tres veces más de lo que yo podía gastar.

Afortunadamente, recordé que cuando me lo mostró en la vidriera, al lado del transformer caro había uno más modesto y barato.

Un tiempo después le dije a él: "tengo que ir a comprar algo" y me fui muy canchera y haciéndome la misteriosa a la juguetería y le dije al muchacho que atendía: "Hola, tenés transformers?" a lo que me respondió: "sí" y me los mostró: el carísimo y el modesto.

No quise ni mirar a los super transformers carísimos y me enfoqué en los modestitos.

Tras pensarlo mucho, me decidí por uno azul, pero me arrepentí y terminé eligiendo uno verde que tenía alas. Me pareció re coqueto y pensé que a mi novio le iba a encantar.

El bicho se transformaba de nave espacial super copada a robot imponente con alas galácticas.

Muy contenta, me encontré con él, que me preguntaba curioso a dónde había ido y qué había comprado. Yo me hacía la misteriosa, esperando el momento perfecto para hacer "¡TATÁAAN!" y darle el juguetito, que él recibiría emocionado.

Momento que se pospuso bastante porque el tipo estaba medio de mal humor y me daba bronca darle semejante regalo cuando se estaba portando tan mal conmigo.

Finalmente, me sacó la mochila, la abrió y vio la bolsa de la juguetería.

-¿Un juguete? ¿a quién le compraste un juguete? ¿cumple años alguno de tus primitos?

Yo, espectante y sonriente, esperaba que lo saque de la bolsa y se vuelva loco.

-¿Y esto? ¿un transformer? ¿para quién es?

Me extrañó la falta de emoción que yo esperaba, pero intuí que era porque no sabía que era para él. Lo miré.

-¿Es para mí?

Yo asentí esperando el ataque de amor.

-Ah... pero si es para mi no me gusta...

Me quedé helada esperando que me dijera que era un chiste, que le encantaba y que quería arrancarlo inmediatamente del paquete. Se debe haber dado cuenta, porque me dijo:

-En serio... no es el tipo de transformers que a mí me gustan. Es para nenes muy chiquitos, ¿no ves? en la caja dice '+ de 3 años'. Mirá, a este le movés esto así y asá y ya está, se transformó. Además no tiene sentido, no tiene forma de nada...

Pero yo lo interrumpí y le dije : -¿cómo que no? ¡tiene forma de nave espacial!

-Sí, pero una nave inventada, no me gusta. A mí me gustan los que se transforman en cosas, en un camión, ponele. Esa es la magia, que un objeto cotidiano en realidad sea un robot del espacio.

-Ah...

-¿No se puede cambiar? ¿cuánto te salió?

-Msñnssmbsbss....

-Jajajaja Wada, compraste como una mamá- y se puso a contarme de sus muchas decepciones con regalos que le hicieron sus familiares durante su infancia, como cuando le pidió a su abuela un "robot que viene del espacio" y le compró un "muñeco de plástico blando de E.T".

Y ese fue el día en el que me sentí más estúpida que nunca en toda, pero absolutamente TODA mi vida.